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[Bosquejo] Acerca de la Cruz pero Lejos de Cristo

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Texto base: Mateo 27:39-44

“Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.”

I. Cerca del Lugar Santo, pero con el Corazón Lejano

Explicación extensa

En el momento de la crucifixión, muchos estaban literalmente cerca de la cruz. Algunos, por obligación. Otros, por curiosidad. Unos más, por burla. Y unos pocos, por amor. Esta escena nos revela una verdad espiritual inquietante: se puede estar cerca físicamente de los símbolos de la fe, pero lejos espiritualmente de Cristo.

Había soldados, líderes religiosos, transeúntes y hasta los ladrones crucificados junto a Él. Todos compartían la cercanía geográfica, pero no todos compartían la fe, el arrepentimiento o la adoración. Solo uno de los ladrones reconoció a Jesús como Salvador (Lucas 23:40-43). Los demás, aunque “miraban” la cruz, estaban espiritualmente ciegos.

Esto refleja lo que sucede en muchas iglesias y vidas hoy: multitudes que asisten a cultos, repiten versos, portan una cruz al cuello, cantan alabanzas… pero sus corazones están lejos de Cristo. Como Isaías dijo: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí.” (Isaías 29:13)

La cruz es el epicentro de nuestra fe, pero la fe genuina no se limita a reconocer la cruz, sino a rendirse ante Aquel que murió en ella. No basta con estar cerca de los rituales cristianos; es necesario tener una relación viva con el Salvador.

Reflexión

¿Estás cerca de la cruz en lo externo, pero lejos de Cristo en lo interno? ¿Tu fe es relacional o simplemente tradicional?

Aplicación práctica

Haz un autoexamen. Evalúa si tu cristianismo se ha vuelto ritualista o superficial. Acércate a Jesús con humildad, no solo como un espectador de la cruz, sino como alguien que ha sido transformado por ella. Cristo no busca admiradores, sino discípulos rendidos.

II. La Familiaridad que Endurece el Corazón

Explicación extensa

Uno de los mayores peligros espirituales es la familiaridad religiosa. Cuando alguien ha crecido en la iglesia, ha escuchado cientos de mensajes, ha visto crucifijos o películas de Semana Santa, corre el riesgo de volverse insensible a la cruz. Ya no llora, ya no se asombra, ya no tiembla ante la sangre del Salvador. Se ha vuelto común lo que es eterno.

Los fariseos sabían la ley, citaban los Salmos, esperaban al Mesías… y sin embargo, fueron quienes entregaron a Jesús a la muerte. Tenían la Escritura, pero no reconocieron al Verbo hecho carne.

Marcos 15:31 dice que “los principales sacerdotes, escarneciéndole, decían entre sí con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.” ¡Qué ironía! Estaban al pie de la cruz, viendo con sus propios ojos el cumplimiento de la profecía, y aún así, se burlaban.

Hoy muchos cristianos están “acostumbrados” al mensaje de la cruz. Citan Juan 3:16 de memoria, pero viven como si nunca hubieran sido alcanzados por la gracia. Este endurecimiento es más peligroso que la ignorancia. Porque el que no sabe, puede aprender. Pero el que se cree sabio y justo, no reconoce su necesidad.

La familiaridad puede matar la reverencia. Y sin reverencia, no hay rendición.

Reflexión

¿Aún te conmueve la cruz? ¿O te has vuelto insensible al sacrificio de Jesús por tanto escucharlo sin responder?

Aplicación práctica

Vuelve a la cruz como la primera vez. Lee los evangelios con un corazón sencillo. Ora como quien ha sido rescatado. Llora si es necesario. No dejes que tu fe se vuelva costumbre. Que cada encuentro con Cristo renueve tu asombro.

III. Los que Pasan, los que Observan y los que se Burlan

Explicación extensa

Mateo 27 nos muestra tres tipos de personas cerca de la cruz:

  1. Los que pasaban y lo injuriaban (v.39)

  2. Los principales sacerdotes que lo observaban y se burlaban (v.41)

  3. Los ladrones que lo insultaban también (v.44)

Estos personajes representan a quienes, hoy, también están “cerca” de la cruz, pero con corazones lejanos:

  • Los que pasan: Son los que ven a Jesús como un elemento cultural. Hablan de Él en Navidad, Semana Santa o cuando hay una crisis, pero no han rendido sus vidas. Su relación es ocasional, superficial.

  • Los que observan: Están en las iglesias, escuchan predicaciones, conocen doctrina… pero no se rinden. Analizan, critican, comparan, pero no adoran. Se sientan cerca, pero están espiritualmente dormidos.

  • Los que se burlan: Son aquellos que rechazan el mensaje de la cruz. Pueden estar dentro o fuera de la iglesia. Se ríen de la santidad, minimizan el pecado, y trivializan el sacrificio de Cristo.

Jesús estaba rodeado de estos perfiles… y sigue estándolo hoy.

Pero también había otros: María, Juan, y algunas mujeres fieles (Juan 19:25-27). Ellos no solo estaban cerca: estaban conectados con el corazón del Salvador.

Reflexión

¿A cuál grupo perteneces? ¿Pasas de largo, criticas, o realmente acompañas a Cristo con tu vida?

Aplicación práctica

Elige estar entre los que permanecen al pie de la cruz, aunque cueste. Sé de los que consuelan el corazón de Jesús con su fidelidad, no de los que lo hieren con su indiferencia. Acompaña la cruz con tu compromiso.

IV. El Ladrón Arrepentido: Cerca de la Cruz y Salvo por Ella

Explicación extensa

Entre los dos ladrones crucificados con Jesús, solo uno comprendió quién era el que estaba a su lado. Ambos estaban cerca físicamente, ambos sufrieron, ambos escucharon las mismas palabras… pero uno fue salvo y el otro se perdió.

Lucas 23:42-43 dice:

“Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”

Este hombre no necesitó bajar de la cruz, bautizarse o asistir a una iglesia. Solo hizo una cosa: creyó y se rindió. Reconoció que Jesús era el Rey, el Salvador, el Mesías.

Este ladrón es prueba de que no importa cuán lejos hayas estado, si en tu último suspiro miras a Cristo con fe, Él no te rechaza. La cruz salva a los que se acercan con corazón quebrantado.

Hoy hay miles que están cerca de la cruz, pero sin fe, sin rendición, sin arrepentimiento. No basta con conocer el símbolo: hay que abrazar al Salvador.

Reflexión

¿Eres como el ladrón que creyó o como el que murmuró hasta el final? ¿Has clamado: “Acuérdate de mí”?

Aplicación práctica

Haz una oración sincera. Rinde tu corazón. No dejes para mañana lo que puedes decidir hoy. Jesús sigue respondiendo: “Hoy estarás conmigo…” Si lo buscas con fe, te responderá con gracia.

V. El Llamado a Estar Cerca… de Verdad

Explicación extensa

Jesús nunca buscó multitudes que lo siguieran de lejos. Su llamado fue claro: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23).

Estar cerca de Cristo implica más que asistir a una iglesia o llevar un símbolo cristiano. Significa vivir crucificado con Él, como dijo Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí…” (Gálatas 2:20).

La cruz no es solo un recuerdo: es una invitación diaria a morir al ego, al pecado, a la comodidad, para vivir en el poder de la resurrección. No podemos quedarnos en la orilla, siendo religiosos pero vacíos.

Dios nos llama a cercanía real: a conocer su voz, a ser sensibles a su presencia, a obedecer su voluntad. No basta con “saber” de Cristo, hay que caminar con Él.

Reflexión

¿Estás siguiendo a Jesús a distancia o lo estás acompañando con tu cruz? ¿Lo conoces o solo lo reconoces?

Aplicación práctica

Decide hoy dejar la fe superficial. Ora más. Lee la Palabra con hambre. Participa con tu iglesia con compromiso. Sé un discípulo que sigue de cerca, no un curioso que solo observa.

Conclusión

La historia nos enseña que muchos estuvieron al pie de la cruz… y se perdieron. Porque no basta con estar cerca: hay que estar rendido.

Puedes llevar una Biblia, cantar himnos, asistir a cultos… y aún así estar lejos del corazón de Dios. Pero si hoy decides volver, arrepentirte, y abrazar el mensaje de la cruz con todo tu ser, Jesús te recibirá.

No vivas un cristianismo de fachada. Vive uno de fuego, de intimidad, de verdadera cercanía con Aquel que dio su vida por ti.

No seas como los que pasaban y se burlaban. Sé como el ladrón que creyó. Sé como María que se quedó. Sé como Juan que recibió el encargo. Sé como Cristo que, aun en dolor, cumplió su propósito.

Oración Final

Señor Jesús, perdónanos si hemos estado cerca de la cruz, pero lejos de ti. Si hemos hecho de la fe una rutina sin pasión, una religión sin relación.

Hoy queremos volver. Queremos mirar la cruz con asombro, con humildad, con gratitud. Queremos seguirte de cerca, no con palabras, sino con hechos. Queremos vivir crucificados contigo, para que tú vivas en nosotros.

Haznos sensibles a tu sacrificio. Que cada día la cruz sea real en nuestra vida. Que no pasemos de largo, sino que permanezcamos contigo, hasta el final.

En tu nombre precioso, Jesús. Amén.