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[Bosquejo] Activa Tu Fe

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Texto base: Santiago 2:17

“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”

La fe es uno de los pilares del caminar cristiano. Pero la fe no fue diseñada para ser pasiva, teórica o emocional. La Biblia nos muestra que la fe verdadera es activa, práctica y poderosa.

Santiago declara enfáticamente que la fe sin obras es muerta. Esto nos lleva a una verdad clave: no basta con creer, hay que accionar. El cielo no responde a la intención, sino a la acción basada en la confianza en Dios.

Hoy, más que nunca, la iglesia y los creyentes individuales necesitamos una fe viva, práctica y movilizadora. Este bosquejo tiene como objetivo ayudarte a encender tu fe, activarla en las áreas donde quizás ha estado dormida, y permitir que el poder de Dios fluya con libertad en tu vida.

1. ¿Qué es la fe activa?

Texto: Hebreos 11:6

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

La fe activa es aquella que no se queda en conceptos, sino que se manifiesta en acciones. No es solo creer que Dios existe, sino vivir como si realmente está contigo cada día.

La fe activa tiene tres componentes:

  • Confianza: Se apoya en el carácter y las promesas de Dios.

  • Movimiento: Da pasos, aunque no vea el camino completo.

  • Persistencia: No se rinde ante la primera dificultad.

Ejemplos de fe activa en la Biblia abundan: Abraham saliendo sin saber a dónde, Moisés extendiendo la vara sobre el mar, la mujer del flujo de sangre tocando el manto de Jesús.

Estas personas no solo creyeron, actuaron. Y como resultado, el cielo se movió a su favor.

Reflexión y aplicación práctica:

¿Tu fe es pasiva o activa?

Muchos dicen tener fe, pero viven paralizados por el miedo, la duda o la comodidad. Dios no busca fe perfecta, sino fe que se mueve.

Hoy es día de accionar tu fe. Tal vez eso signifique tomar una decisión valiente, perdonar, sembrar, hablar la Palabra, servir, dar un paso en el ministerio. ¡Activa tu fe y verás milagros!

2. Rompe con la pasividad espiritual

Texto: Santiago 2:17-18

“La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma… Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.”

Uno de los mayores enemigos de la fe activa es la pasividad espiritual. Es esa actitud de esperar que todo lo haga Dios, sin responsabilidad humana. Pero la Biblia nunca enseñó una fe cómoda.

Jesús mismo siempre respondía a la acción:

  • Al paralítico: “Levántate, toma tu lecho y anda.”

  • A la viuda de Sarepta: “Hazme primero una torta.”

  • A los discípulos: “Lanzad la red.”

La fe verdadera provoca movimiento. La pasividad espiritual, en cambio, adormece al creyente, lo mantiene como espectador, le roba el gozo del avance y le impide ver el cumplimiento de las promesas.

Reflexión y aplicación práctica:

¿Estás esperando demasiado sin hacer tu parte?

Evalúa si hay áreas donde has dejado de moverte. Tal vez estás esperando provisión sin sembrar, respuestas sin orar, oportunidades sin prepararte.

La fe activa no espera que todo se alinee, se mueve primero en obediencia, confiando en que Dios hará el resto. Dios honra a los que se atreven a actuar aunque no lo vean todo claro.

3. Obstáculos que apagan la fe

Texto: Mateo 14:30-31

“Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”

Pedro caminó sobre el agua por fe… hasta que el miedo lo paralizó. Este relato revela tres grandes enemigos que apagan la fe:

  • El miedo: Nos hace dudar de lo que sabemos.

  • La duda: Cuestiona la fidelidad de Dios.

  • La lógica humana: Requiere garantías antes de actuar.

El enemigo sabe que no puede quitarte la fe, pero hará todo para apagarla. Te llenará de “y si no funciona”, de voces de incredulidad, de recuerdos de fracasos pasados.

Pero Jesús no llamó a Pedro para que se hundiera. Lo llamó para que viviera lo imposible. Y lo mismo quiere contigo.

Reflexión y aplicación práctica:

¿Qué está apagando tu fe hoy?

Tal vez es un diagnóstico médico, una deuda, una decepción. Pero hoy Jesús extiende su mano y te dice: “¿Por qué dudaste?”

No necesitas tener una fe gigante. Solo una fe decidida. El paso más pequeño en fe es más poderoso que la parálisis de una fe intelectual.

Haz callar al miedo, silencia la duda, y dale lugar a la Palabra. Tu fe no está muerta, solo necesita ser activada otra vez.

4. Activa tu fe a través de tus decisiones diarias

Texto: Romanos 1:17

“Mas el justo por la fe vivirá.”

La fe no es solo para los domingos, para los milagros o para la salvación. La fe es para cada día, cada decisión, cada paso. El justo vive por fe.

Eso significa:

  • Tomar decisiones financieras confiando en Dios.

  • Amar y perdonar cuando no es fácil.

  • Sembrar aunque tengas poco.

  • Obedecer sin entenderlo todo.

  • Hablar con fe en medio de la tormenta.

Cada pequeña acción de obediencia activa tu fe. No necesitas hacer algo grande. Solo da el paso que sabes que Dios te está pidiendo.

David no mató a Goliat con una espada gigante, sino con una piedra en obediencia. Tu piedra es tu fe en acción.

Reflexión y aplicación práctica:

¿Qué decisión necesitas tomar hoy por fe?

No esperes el “momento perfecto.” El momento perfecto es cuando decides creer. Hoy puedes cambiar el rumbo de tu vida con una decisión de fe. Pequeña en apariencia, pero gigante en el mundo espiritual.

Levántate, ora, obedece, actúa. Dios se mueve con los que se mueven con fe.

5. Los frutos de una fe activada

Texto: Hebreos 11:33-34

“Que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada…”

Hebreos 11 es la galería de los héroes de la fe. Hombres y mujeres comunes que, por creer, activaron el cielo sobre la tierra.

  • Sara concibió lo imposible.

  • Moisés cruzó un mar en seco.

  • Gedeón venció con 300.

  • Rahab fue rescatada por creer.

Estos resultados no vinieron por azar, ni por suerte. Vinieron por una fe activa. No eran perfectos, pero sí valientes. No tenían todas las respuestas, pero tenían una certeza: Dios es fiel.

Cuando activas tu fe, las promesas se cumplen, las puertas se abren, y el Reino avanza. Lo que parecía imposible se vuelve posible. Porque el cielo se activa cuando alguien en la tierra se atreve a creer.

Reflexión y aplicación práctica:

¿Qué frutos estás viendo en tu vida hoy?

Si la respuesta es “pocos” o “ninguno”, tal vez tu fe necesita acción. La fe no es solo para admirar a los personajes bíblicos, sino para vivir como ellos.

Dios quiere que seas parte de Su historia de poder. Y todo comienza con un acto de fe.

Conclusión

La fe no es un adorno espiritual, es una herramienta poderosa que transforma la vida. No está hecha para reposar en una vitrina, sino para ser usada, desafiada, fortalecida.

Hoy Dios te dice:

  • Cree otra vez.

  • Actúa en obediencia.

  • Declara Su Palabra.

  • Da pasos en lo sobrenatural.

Tu fe es más fuerte de lo que crees. Está viva. Solo necesita ser activada. Y cuando lo hagas, verás la gloria de Dios manifestarse.

Oración final:

“Señor, hoy decido activar mi fe. No quiero seguir paralizado por el miedo, la duda o la pasividad. Creo en tu Palabra. Creo en tus promesas. Y aunque no lo vea aún, caminaré por fe. Dame la valentía para obedecer, para avanzar, para declarar tu verdad. Activa mi espíritu, Señor. En el nombre de Jesús, amén.”

David

Mi nombre es David Smith, y nací en Los Ángeles, California, en 1963. Creciendo, siempre tuve curiosidad por la vida, su propósito y lo que todo significaba. Sin embargo, como muchos que se crían en una ciudad de ritmo acelerado, me dejé llevar por las demandas de la sociedad. No crecí en una familia profundamente religiosa, aunque siempre hubo un respeto silencioso por lo espiritual. Lo que no sabía era que mi vida daría un giro profundo hacia Dios, llevándome eventualmente a crear Times of God, un sitio web dedicado a compartir sermones bíblicos y el mensaje de esperanza que creo que el mundo necesita escuchar. He estado casado con mi maravillosa esposa, Laura, durante más de 30 años. Nos conocimos en la universidad, y desde el principio supe que era alguien especial. Laura siempre tuvo una fe fuerte, mucho más que yo en ese momento. No hablábamos mucho de religión en nuestros primeros años, pero su forma de vivir—su bondad, su paciencia—fue lo que me atrajo hacia ella. Juntos construimos una hermosa familia. Tenemos tres hijos increíbles: Michael, nacido en 1994; Daniel, nacido en 1997; y nuestra única hija, Sarah, que llegó en el año 2000. Verlos crecer, y ahora verlos como padres de mis cinco nietos—Ethan, Noah, Lily, Grace y Matthew—me llena de más orgullo y alegría de lo que jamás imaginé posible. Durante gran parte de mi vida, estuve enfocado en mi carrera. Trabajé en publicidad durante más de dos décadas, logrando un nivel de éxito que, según los estándares del mundo, era impresionante. Teníamos una buena casa, un ingreso estable y el respeto de nuestros colegas. Sin embargo, en el fondo, había algo que faltaba. Había un vacío que no podía explicar del todo. Uno de los momentos clave que cambió mi vida ocurrió en 2010, pero no fue en una sala de hospital ni tras una tragedia. Ese año, mi padre, quien siempre había sido una roca en mi vida, falleció repentinamente de un ataque al corazón. Había sido mi modelo a seguir en muchos sentidos: trabajador, honorable, pero no particularmente religioso. Nunca me había planteado lo que él creía sobre Dios o la eternidad hasta que enfrenté la realidad de su muerte. De pie en su funeral, dando un elogio, me di cuenta de lo efímera que es la vida. Mi padre, un hombre que había dado todo por su trabajo y su familia, se había ido en un instante, y no sabía dónde estaba su alma. Empecé a cuestionarlo todo: ¿Qué pasa después de que morimos? ¿Dónde estaba mi padre ahora? ¿Podría volver a verlo algún día? Esa temporada de duelo marcó el comienzo de mi camino espiritual personal. No fue inmediato, pero plantó una semilla en mi corazón. Laura, siempre paciente y comprensiva, me animó a buscar las respuestas que necesitaba. Comencé a leer la Biblia, asistí a la iglesia con más regularidad y me uní a un grupo de estudio bíblico para hombres. Con el tiempo, mi corazón se ablandó, y comprendí la verdad de la Palabra de Dios. Encontré la paz y la esperanza que habían estado ausentes en mi vida durante tanto tiempo. Sin embargo, el llamado a crear Times of God no llegó hasta unos años después. A medida que profundizaba en mi fe, sentí una creciente convicción de que estaba destinado a hacer algo más que vivir mi fe en privado. Había experimentado de primera mano cómo las preguntas más grandes de la vida—sobre la muerte, el propósito y la eternidad—pueden tomarte por sorpresa. Sabía que había otros como yo, que necesitaban orientación, que buscaban algo más pero no sabían por dónde empezar. Mi misión con Times of God es simple: compartir el mensaje de Cristo con el mundo. Sin importar dónde estés o lo que estés atravesando, quiero que sepas que Dios tiene un plan para tu vida. Él me encontró en mi duelo y me dio un nuevo sentido de propósito, y ahora mi deseo es que otros experimenten esa misma esperanza, esa misma paz y el amor incondicional de un Padre celestial que nunca nos abandona. Cuando miro a mi esposa, Laura, a nuestros hijos y a nuestros nietos, veo la fidelidad de Dios. Mi vida no es perfecta, pero está llena de propósito, y por eso, estoy profundamente agradecido cada día. Times of God es más que un sitio web; es un testimonio de lo que Dios puede hacer cuando abrimos nuestro corazón a Él. Esta es mi historia, y la comparto con la esperanza de que inspire a otros a acercarse a Dios y encontrar la plenitud de vida que solo Él puede ofrecer.