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[Bosquejo] Avivamiento en la Iglesia

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Texto base: Habacuc 3:2 (RVR1960)

“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos; en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia.”

1. ¿Qué es un Avivamiento? Volver a Encender el Fuego del Espíritu

Explicación:

La palabra “avivamiento” proviene de “avivar”, es decir, volver a la vida, renovar, encender nuevamente lo que se había apagado. En términos espirituales, un avivamiento ocurre cuando el pueblo de Dios es despertado de su letargo, encendido con fuego celestial, y empujado a vivir con pasión por Cristo.

El avivamiento no es solo un evento con emociones fuertes o milagros espectaculares. Es un movimiento profundo del Espíritu Santo que lleva a la iglesia a arrepentimiento, santidad, hambre por la Palabra, restauración de relaciones y compromiso con la misión.

A lo largo de la historia bíblica y de la iglesia, hemos visto que los avivamientos ocurren cuando el pueblo reconoce su frialdad y clama a Dios. Tal como Habacuc, que dijo: “Oh Jehová, aviva tu obra.” Él no pidió bendición económica ni victoria militar, sino vida espiritual renovada en el pueblo de Dios.

Reflexión:

¿Está tu iglesia viva en el Espíritu o solo ocupada con actividades? ¿Estás encendido por Dios o caminando en automático? El avivamiento no empieza en el púlpito, ni en el culto, sino en el corazón de cada creyente que reconoce su necesidad de más de Dios.

Aplicación práctica:

  • Haz un inventario espiritual de tu vida: ¿hay fuego, pasión, oración y hambre por Dios?

  • Ora cada día esta semana diciendo: “Señor, empieza el avivamiento conmigo.”

  • Lee sobre avivamientos históricos y ora para que Dios haga algo nuevo en tu generación.

2. Condiciones para el Avivamiento: Corazones Que Se Arrepienten y Se Humillan

Explicación:

Dios no derrama Su fuego sobre corazones altivos o indiferentes. El avivamiento es un acto soberano, pero también responde a corazones quebrantados. En 2 Crónicas 7:14 está una de las promesas más citadas en este contexto:

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”

Este pasaje nos da cuatro condiciones clave para el avivamiento:

  1. Humillación.

  2. Oración sincera.

  3. Búsqueda del rostro de Dios.

  4. Conversión auténtica del pecado.

Dios no busca una iglesia perfecta, sino una iglesia quebrantada y dispuesta. El mayor enemigo del avivamiento es la autosuficiencia. El orgullo, la rutina religiosa, la dureza de corazón, todo eso apaga el fuego. Pero cuando hay lágrimas, confesión y hambre por más, Dios responde con vida.

Reflexión:

¿Estás dispuesto a dejar tus pecados secretos? ¿A confesar tu frialdad? ¿A salir del orgullo religioso? El avivamiento requiere rendición total. Dios aviva a quienes se vacían de sí mismos para ser llenos de Él.

Aplicación práctica:

  • Arrodíllate en oración y pídele a Dios que te revele las áreas que necesitas confesar.

  • Organiza un tiempo de oración y humillación en tu congregación o célula.

  • Haz ayuno por tu iglesia y por un mover genuino del Espíritu Santo.

3. Evidencias de un Avivamiento Genuino en la Iglesia

Explicación:

¿Cómo saber si un avivamiento es real o simplemente emoción? La Palabra nos da señales claras. Un avivamiento genuino transforma el corazón, la vida diaria y la comunidad. Entre las evidencias principales están:

  • Arrepentimiento profundo y duradero. (Hechos 2:37)

  • Restauración de relaciones rotas.

  • Hambre por la Palabra de Dios. (Hechos 2:42)

  • Pasión por la oración.

  • Entrega radical al servicio y la santidad.

  • Conversión de almas y expansión del Evangelio. (Hechos 2:41, 47)

  • Unión y amor entre hermanos. (Hechos 4:32)

En los avivamientos históricos, no solo hubo milagros, sino transformación social y moral. Tabernáculos se llenaban, bares cerraban, familias se restauraban, misioneros eran enviados.

El verdadero avivamiento no crea fanáticos, crea discípulos que viven como Jesús. No se mide por volumen, sino por fruto. No se manifiesta solo en el altar, sino en la vida diaria.

Reflexión:

Tu iglesia puede tener eventos llenos, pero ¿hay fruto? ¿Hay hambre por Dios? ¿Se ve el carácter de Cristo en los miembros? No busquemos señales externas sin transformación interna. El verdadero avivamiento transforma desde adentro hacia afuera.

Aplicación práctica:

  • Evalúa tu congregación: ¿se están viendo evidencias de avivamiento?

  • Enfócate menos en emociones y más en frutos visibles y sostenibles.

  • Pide al Espíritu Santo que te muestre cómo puedes ser parte de esa transformación.

4. Barreras Que Impiden el Avivamiento en la Iglesia

Explicación:

Así como hay condiciones para el avivamiento, también hay obstáculos que lo impiden. Algunas de las barreras más comunes que apagan el fuego del Espíritu son:

  • Pecado no confesado. (Isaías 59:2)

  • Rutinismo religioso.

  • Falta de perdón entre los hermanos.

  • Indiferencia espiritual.

  • Orgullo ministerial.

  • Desobediencia a la Palabra.

  • Falta de oración constante.

Efesios 4:30 dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios…” Es posible que el Espíritu quiera avivar tu iglesia, pero no encuentra un ambiente fértil para hacerlo. Donde hay pleitos, hipocresía o resistencia al Espíritu, hay estancamiento.

Como cuerpo de Cristo, debemos discernir si hemos cerrado la puerta al fuego de Dios con nuestras actitudes. A veces la iglesia puede estar “activa” pero no “avivada”. El movimiento no siempre es sinónimo de vida espiritual.

Reflexión:

¿Has estado impidiendo el avivamiento con tu actitud? ¿Hay orgullo, murmuración o apatía en tu vida o congregación? El fuego no cae sobre terreno sucio. Dios quiere avivar, pero espera que limpiemos el altar.

Aplicación práctica:

  • Pide perdón por actitudes que puedan estar apagando el fuego de Dios.

  • Invita al Espíritu Santo a revelar lo que necesita ser corregido en tu vida.

  • Promueve conversaciones honestas sobre restauración en tu comunidad.

5. Cómo Prepararnos Para Recibir el Avivamiento Hoy

Explicación:

Aunque el avivamiento es un mover soberano del Espíritu, sí podemos preparar el terreno. Dios honra la expectativa santa, la oración perseverante y la unidad. En Hechos 1 y 2, los discípulos estaban unánimes, en oración, esperando la promesa.

Hoy también podemos hacer lo mismo. Estas son algunas formas prácticas de prepararnos:

  • Establecer tiempos diarios de oración personal y congregacional.

  • Ayunar con propósito: por la iglesia, la ciudad, las almas.

  • Restaurar la pasión por la Palabra de Dios.

  • Cultivar la unidad y el amor entre los creyentes.

  • Predicar el arrepentimiento y la santidad con valentía.

  • Servir al necesitado como testimonio práctico del Evangelio.

El avivamiento no es solo para tener mejores reuniones. Es para transformar la iglesia y sacudir al mundo. No es una moda, es una urgencia. El tiempo es ahora. La promesa sigue vigente. El Espíritu Santo sigue buscando corazones dispuestos.

Reflexión:

¿Estás preparado para ser parte del próximo avivamiento? ¿O solo esperas que Dios lo haga sin tu participación? El avivamiento no empieza en un púlpito, sino en un corazón rendido.

Aplicación práctica:

  • Inicia o participa en cadenas de oración con otros creyentes.

  • Comprométete a orar por avivamiento cada día por 30 días.

  • Lee libros o estudios bíblicos sobre avivamiento para alimentar tu fe.

Conclusión

Dios no está buscando una iglesia perfecta, sino una iglesia encendida, quebrantada y disponible. Avivamiento no es una opción bonita, es una necesidad urgente. Estamos en tiempos peligrosos, y la tibieza espiritual no puede ser nuestra condición.

Como dijo Leonard Ravenhill: “La iglesia está esperando un avivamiento, pero Dios está esperando a la iglesia.” Hoy, esa decisión está sobre nosotros.

Avivamiento no es emoción, es transformación. No es espectáculo, es obediencia. No es evento, es estilo de vida.

Hoy puedes decir: “Señor, aviva tu obra en mí. En medio de estos tiempos, hazme un canal de tu fuego.” Porque una iglesia viva transforma la ciudad, sacude naciones y glorifica a Dios.

Oración Final:

Señor, te pedimos hoy con humildad: ¡Aviva tu obra en medio de estos tiempos! No queremos ser una iglesia tibia, apagada o estancada. Necesitamos tu fuego, tu presencia, tu poder. Limpia nuestros corazones, quebranta nuestro orgullo, y haznos sensibles a tu voz. Que cada familia, cada ministerio, cada joven, cada anciano se encienda en tu Espíritu. Ven, Espíritu Santo. Hazlo otra vez. En el nombre de Jesús. Amén.