Texto Base: Apocalipsis 22:7, 12, 20
Las últimas palabras de Cristo registradas en la Biblia no son una despedida, sino una promesa urgente y viva:
“He aquí, yo vengo pronto.” (Apocalipsis 22:7, 12, 20)
Tres veces, en el último capítulo de la Escritura, el Señor Jesucristo repite esta declaración. No se trata de un eco poético ni de una expresión simbólica. Es una verdad espiritual, profética y literal. Jesús regresa. Esa es la gran esperanza del creyente. Pero también es un llamado a la acción, a la preparación y al arrepentimiento.
La expresión “yo vengo pronto” (griego: tachú) no solo sugiere inmediatez cronológica, sino también repentina manifestación. Cristo puede venir en cualquier momento. La urgencia no debe producir ansiedad, sino expectativa activa.
Este mensaje tiene tres objetivos claros:
Consolar al que espera con fidelidad.
Advertir al que se ha dormido en su fe.
Animar al creyente a vivir con propósito eterno.
En este bosquejo exploraremos el significado profundo de esta promesa desde diferentes ángulos: su certeza, su urgencia, sus señales, sus recompensas, y su impacto en la vida práctica del creyente.
1. Cristo Regresa: Una Certeza, No una Posibilidad
“Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” (Juan 14:3)
Desde el Antiguo Testamento, la venida del Mesías ha sido profetizada. Su primera venida fue con humildad y redención. Pero la segunda será con gloria y autoridad. A lo largo del Nuevo Testamento, el regreso de Cristo es afirmado por Jesús, los apóstoles, y los ángeles.
No es una teoría. Es una certeza.
Hechos 1:11 lo deja claro:
“Este mismo Jesús… vendrá así como le habéis visto ir al cielo.”
Cristo no envió un sustituto ni dejó la historia abierta. Él prometió volver y lo cumplirá. Negar Su regreso es negar Su Palabra.
La historia humana no terminará en el caos. Terminará en la manifestación gloriosa del Rey de reyes. En un mundo lleno de incertidumbre, esta verdad es roca firme para el creyente.
Reflexión y Aplicación:
¿Vives con la certeza del regreso de Cristo o simplemente lo mencionas en teoría?
Tener esta convicción debe transformar tu día a día. El regreso de Cristo no es solo para debatir profecías, sino para vivir en santidad, propósito y urgencia.
Afirma tu fe. No pongas tu esperanza en gobiernos, economía o salud. Tu esperanza es Cristo, y Él vuelve. Vive cada día como si fuera el último antes de Su retorno.
2. “Vengo Pronto”: La Urgencia de Estar Preparados
“He aquí, yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.” (Ap. 22:7)
Jesús no dice “vengo algún día” sino “vengo pronto”. Esta frase no apunta a un calendario, sino a una actitud de expectativa. Muchos se han relajado espiritualmente porque han pasado siglos. Pero el concepto bíblico de tiempo es diferente al nuestro (2 Pedro 3:8).
La enseñanza de Jesús sobre Su regreso está llena de advertencias:
Las vírgenes prudentes y necias (Mateo 25)
El siervo fiel y el negligente (Mateo 24)
El ladrón en la noche (1 Tesalonicenses 5:2)
Todas estas parábolas tienen una conclusión común: prepárate, porque vendrá cuando no lo esperes.
El problema no es que no sepamos el día o la hora, sino que muchos no viven como si pudiera ser hoy. La demora aparente es misericordia divina, no olvido (2 Pedro 3:9).
Reflexión y Aplicación:
¿Estás listo para Su venida? ¿Tu lámpara está encendida? ¿Tienes aceite suficiente?
Vivir en preparación no es paranoia, es fe activa. Es estar en paz con Dios, caminar en santidad, perdonar con rapidez, testificar con valentía y servir con gozo.
No hay tiempo que perder. La preparación espiritual es diaria. No basta con tener una historia con Cristo; necesitas tener una relación viva con Él. Hoy es el día de revisar tu corazón y corregir tu rumbo.
3. Las Señales de Su Venida: Despierta, Iglesia
“Cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.” (Mateo 24:33)
Aunque no sabemos el día exacto, Jesús dejó señales claras para reconocer la cercanía de Su regreso. No para alimentar la especulación, sino para despertar a la Iglesia del letargo.
Entre las señales más evidentes están:
Aumento de guerras y rumores de guerra (Mateo 24:6)
Catástrofes naturales, pandemias, hambre (Lucas 21:11)
Apostasía y enfriamiento del amor (Mateo 24:12)
Falsos cristos y falsos profetas (Mateo 24:24)
Evangelio predicado a todas las naciones (Mateo 24:14)
Restauración del pueblo de Israel (Mateo 24:32-34)
Estas señales no son para causar miedo, sino para despertar a la acción. El Espíritu Santo está preparando una Iglesia sin mancha ni arruga, lista para encontrarse con su Esposo.
Muchos viven como si Jesús no regresara. Otros están tan distraídos por lo material, que ignoran los avisos divinos. Como en los días de Noé, comían y bebían, hasta que vino el diluvio (Mateo 24:37-39).
Reflexión y Aplicación:
¿Estás discerniendo los tiempos? ¿Estás dormido espiritualmente?
Las señales son gritos proféticos del cielo que dicen: ¡Prepárate! Es hora de despertar del sueño, de dejar el pecado oculto, de vivir con integridad.
No seas como los burladores que dicen: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 Pedro 3:4). Sé como los sabios que se preparan para el Rey. Que cada señal te impulse a consagrarte más y a predicar con mayor urgencia.
4. Su Galardón Viene con Él: Recompensa o Juicio
“He aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Ap. 22:12)
Jesús no solo viene. Viene con recompensa. Esta es una verdad poderosa, pero también desafiante.
Hay dos aspectos de Su venida:
Para salvación, a los que le esperan (Hebreos 9:28)
Para juicio, a los que lo rechazaron (2 Tesalonicenses 1:7-9)
Para los creyentes fieles, hay promesas maravillosas:
Coronas (de justicia, de vida, de gloria)
Herencia eterna
Reinar con Cristo
Ser llamados siervos fieles
Pero también habrá pérdida para los que se salvaron “como por fuego” (1 Corintios 3:15). No todo creyente será recompensado igual. El tribunal de Cristo evaluará nuestras obras, motivos y fidelidad.
El galardón no se basa en cuántos años fuiste cristiano, sino en cómo viviste cada día.
Reflexión y Aplicación:
¿Vives con una mentalidad de recompensa eterna? ¿O te conformas con la salvación básica?
Dios es justo. Él recompensa el esfuerzo oculto, la obediencia en lo secreto, el sacrificio hecho por amor. Tu trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).
No vivas solo para sobrevivir. Vive para recibir Su “bien, buen siervo y fiel”. Que cada decisión sea hecha con la eternidad en mente. No pierdas tu corona por causa de la comodidad o el orgullo. El Rey viene con galardón en mano.
5. “Amén; sí, ven, Señor Jesús”: La Oración Final
“El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.” (Ap. 22:20)
Juan, el apóstol del amor, termina la revelación con una oración sencilla pero poderosa:
“Amén; sí, ven, Señor Jesús.”
Es un clamor. Una expresión de deseo profundo. No de temor, sino de anhelo. No de duda, sino de certeza. Esta oración resume el corazón de todo creyente que vive con esperanza eterna.
Decir “Ven, Señor Jesús” es:
Renunciar al amor por el mundo.
Anhelar estar cara a cara con Cristo.
Vivir con urgencia, no con indiferencia.
Desear justicia y redención plena.
Esta oración también nos confronta: ¿realmente quieres que Él venga hoy? ¿O hay cosas que preferirías resolver primero?
Para muchos, el regreso de Cristo es incómodo porque aún no han perdonado, no han evangelizado, no han obedecido. Pero para el creyente que vive en comunión, esta oración es una dulce melodía.
Reflexión y Aplicación:
¿Puedes decir hoy con sinceridad: “Ven, Señor Jesús”?
Si no puedes, examina tu corazón. Tal vez hay cosas que necesitas alinear con Su voluntad. Tal vez necesitas reconciliarte, servir más, soltar ídolos, perdonar o volver a tu primer amor.
Hoy es el día de preparar tu lámpara, de llenar tu vasija, de ajustar tu traje de bodas. Él viene, y tú puedes esperarlo con gozo, no con temor.
Haz de esta oración tu estilo de vida. Ora cada mañana: “Ven, Señor Jesús”. Y mientras esperas, vive para Su gloria.
Conclusión: Vivamos como si Viniera Hoy
“He aquí, yo vengo pronto” no es una amenaza. Es una declaración gloriosa. Es la promesa del Esposo que viene por Su Iglesia. Es la esperanza de un pueblo que ha caminado por fe y ahora verá por vista.
Este mensaje no es solo teológico, es profundamente práctico:
Nos llama a pureza.
Nos impulsa a urgencia evangelística.
Nos ancla en medio del caos.
Nos conecta con lo eterno.
Vivamos, pues, como si Cristo viniera hoy mismo. No sabemos si será en un año, una década o esta noche. Pero sí sabemos que Él no miente. Vendrá como ladrón en la noche.
Que cada decisión, palabra y acto refleje una vida que espera con gozo al Rey. Como las vírgenes prudentes, mantengamos nuestras lámparas encendidas.
Y si aún no estás listo, corre hoy a la cruz. No pospongas tu reconciliación con Dios. Hoy es el día aceptable. Hoy es el día de salvación.
¡Amén! Sí, ven, Señor Jesús.
